¿Deberíamos “creer” en las víctimas de violación?

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DARREN CALABRESE / THE CANADIAN PRESS

Hace dos semanas, el músico canadiense Jian Gomeshi fue encontrado inocente de cuatro cargos de violencia sexual contra tres mujeres en base en la existencia de una duda razonable de que él no hubiera cometido dichos actos.

El consenso de opinión es que Gomeshi fue materialmente culpable, aún cuando no fue legalmente culpable.

El hecho de que el caso fuera resuelto por “duda razonable”, -considerada la más “débil” de las defensas- así como las palabras del Juez al establecer que su decisión no confirma que el fuera inocente del acto, sólo que la ley no le permite encontrarle culpable, dio lugar a grandes críticas contra la decisión, en especial porque el factor decisivo fue que la única evidencia -el testimonio de las víctimas- fue arruinada por el comportamiento de las mismas, ya sea por incongruencias entre su versión, los hechos y su actitud posterior al supuesto acto, o bien, por simples mentiras.

Los detractores de la decisión señalaron que el sistema jurídico esta diseñado de forma que castiga a las mujeres que no son “víctimas perfectas” (víctimas sin ningún grado de culpa o ambigüedad a su nombre), y que daba más peso a las acciones de las víctimas que a las del supuesto victimario. Al final, las críticas se sumaron en un sentimiento: el sistema no cree en las victimas de violación.

El problema con esta opinión es que este fenómeno nose trata de un trato específico para las tres víctimas del caso Gomeshi, ni mucho menos para las víctimas de violencia sexual en general, sino de la base de la mayor de los sistemas de justicia penal en el mundo.

Existe una gran diferencia entre creer en la víctima de cualquier delito, y excusar cualquier falta en la misma o en su evidencia con el fin de encarcelar a su supuesto victimario. La primera se ofrece sin mayores objeciones, bastando solo la plausibilidad de que las alegaciones sean correctas para proceder a juicio, el hecho de que Gomeshi fue puesto ante el juez es prueba de que el sistema sí cree en las víctimas de delitos sexuales.

Por otro lado, la justicia penal no puede encarcelar a un hombre basado en la simple plausibilidad o creencia en las víctimas, los cargos impuestos al acusado deben ser probados sin lugar a dudas. De ahí la famosa defensa de la duda razonable. En palabras del jurista inglés del siglo XVIII Sir William Blackstone:

“Es mejor que diez culpables escapen, a que sufra un inocente.”

Esta idea está fuertemente vinculada con el principio de la presunción de inocencia, la idea de que toda persona es legalmente inocente hasta el momento en el que es declarada culpable por un tribunal competente, y si tienes reservas con este principio, ya sea contra Gomeshi, algún otro violador o delincuente de cualquier tipo, recuerda que tu igual gozas de ese derecho, que las acusaciones falsas existen, inclusive en casos de violación, y que tú puedes fácilmente llegar a ser víctima de una, en ese momento darás las gracias de que este principio existe, y que la persona que te acusa se encuentra obligada a fundamentar su acusación, sin dar lugar a duda razonable.

La lección que podemos aprender de esto no es reconfortante, pero sí muy útil: si usted es víctima de cualquier delito, reporte y documéntelo de la manera más pronta y verídica posible, de lo contrario, su victimario podría salir ileso.

El resultado de juicios como el de Jian Gomeshi no es muestra de como el sistema jurídico diseñado por el patriarcado se encuentra deliberadamente ideado para reprimir las quejas de las víctimas de violación, sino que simplemente la gente no se interesa lo suficiente en la justicia penal como para entender su funcionamiento.

 

 

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